martes, 23 de febrero de 2010



Pedir perdón no debería tomarse con tanta liviandad.
El castigo precede al crimen decía Dostoievski, porque uno antes de cometer el crimen sabe el dolor que generará y asume la culpa, esa culpa es el castigo, y uno pretende redimir esa culpa con un simple perdón, un perdón no puede reparar lo que hicimos mal.

Para pedir perdón antes hay que estar dispuesto a reparar, ¿de qué sirve pedir perdón cuando no hay manera de reparar lo que hiciste mal?

Cuando no nos perdonan nos obligan a vivir con nuestro error, con nuestra culpa, cuando no nos perdonan nos obligan a hacernos cargo de lo que hacemos, con un simple perdón no se puede borrar el dolor que se causó.

Pedir perdón es poner una curita en una herida abierta que nosotros mismos provocamos.

Recién cuando nos hacemos responsables de lo que hacemos, ahí se puede empezar a construir algo distinto.

Suplicando, a los gritos, de rodillas, implorando, pedir perdón no alcanza, no repara, no alivia, si no nos hacemos responsables de nuestras acciones.

Cuando no nos perdonan, nos obligan a vivir con nuestro error, con nuestra culpa, porque un simple perdón no puede borrar el dolor.

Hay cosas imperdonables, aunque se pida perdón en todos los idiomas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario