Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento. La sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia se alce la rama seca de la tos, ladrándome tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos se me peguen las sábanas,
y nada me dé paz. No aprenderé por eso a quererte mejor;
pero desalojada de la felicidad, sabré cuánto me dabas con solamente, a veces, estar cerca.
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