Ahora que duelen las resacas y cortan como una navaja. Ahora que nadie nos
saluda por los bares de Malasaña; que pido auxilio, besos y comida por
teléfono, que fumo flores y lloro a veces mientras duermo. Se cayeron mis
alas y yo no me rendí, así que ven aquí; brindemos que hoy es siempre
todavía, que nunca me gustaron las despedidas.
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